domingo, 20 de mayo de 2012

Me llamo Luis, soy alcohólico

Luis me explica la vida de un alcohólico, que ayuda a muchos otros, en su misma situación

Habíamos quedado cerca del mercado de abastos del barrio, yo aparqué el coche y lo telefoneé. Él estaba a pocos metros, nos vimos enseguida.
Hombre de estatura media, pelo canoso, ojos inquietos, camisa amarilla y sonrisa especial. Buscamos un bar, él lo selecciona, vamos a  tomar un café.
Luis comienza su historia,  su vida no fue fácil, pero está preparado para afrontarla. Hay una palabra que menciona varias veces, me llama la atención, es la palabra presunción, que significa acción y efecto de presumir, o en derecho, hecho que la ley tiene por cierto sin necesidad de que sea probado.
Una chica lo llamó, tenía problemas, había llegado hasta el fondo con el alcohol, era de noche, y Luis no lo dudó, fue a buscarla. Se plantó en la casa de putas, cruzó la puerta de entrada sorteando a los dos hombres vigilantes, y la encontró. Estaba borracha y drogada, desnuda sobre la cama, apenas consciente. La levantó, le dijo que se vistiera, pero ella no encontró la ropa, no supo ni buscarla, él la agarró del brazo y la llevó hacia la puerta. Alguien les frenó en la salida, era la madame de la casa de putas, le advertía que si se la llevaba le tendría que entregar un justificante. Luis la desafió, sacó papel y bolígrafo, preguntó cuál era el nombre de la empresa. La madame entró en una crisis de ansiedad, se quejaba del corazón, se desmayaba. Los dos vigilantes de la puerta acudieron a ella, para ayudarla. Luis salió con la puta que no era puta del brazo, la introdujo en el coche y se largó de allí. La mafia quedó detrás, y el susto  de temer por la vida también, estaban a salvo, de momento, un día más.
Condujo hasta la casa de la madre de la puta que no era puta. Era una mujer que sólo quería estar con su hija robada por asuntos sociales, no pedía más que ser una madre normal, con una hija que la esperaba en la puerta del colegio, para volver juntas al hogar, compartir los miedos durante el día y dormir en la misma cama, para soñar que un mundo feliz les aguarda. Así se lo recordó Luis a aquella señora que olvidó a su hija, la drogada que no era drogadicta. Le indicó que la tenía que lavar, todo el cuerpo, y dejar atrás la suciedad, también la familiar, que era su hija la que necesitaba ayuda, no una vecina. Le recordó que existe la palabra perdonar, y después de calentarle la oreja y el alma a aquélla madre olvidadiza, se marchó, cagado de miedo por lo que había vivido, pero sin arrepentimiento.
Lo suyo es ayudar para ayudarse, puro egoísmo.
Estuvo casado, dos veces, y tiene cinco hijos. Familia fragmentada, con rencores, y con trámites judiciales por resolver. Actualmente tiene pareja estable, y es casi feliz.
Sólo pide seguir sin beber, veinticuatro horas más.
¿Cuántas veinticuatro horas juntas lleva sin beber?
Suman años de dos cifras, pero no dice el total.
Cuando bebes, te vuelves loco. No te importa si la factura de la luz de casa está pagada o si tu familia tiene comida en el frigorífico, sólo quieres esconder dinero para que no te falte el vino que necesitas beber durante todo el día.
El alcohólico no se reconoce como tal hasta que le llega la mierda al cuello, es ahí donde necesita verse para recapacitar, para reflexionar, para intentar dejar de  beber.
Luis trae un libro en las manos, lee varios párrafos de Doce Pasos y Doce Tradiciones, título que trata de forma clara y directa los doce pasos de recuperación del alcoholismo por una parte, y las doce tradiciones por las cuales la fraternidad de Alcohólicos Anónimos se ha mantenido en el tiempo.
El alcoholismo no está fijado por la cantidad ingerida en un periodo determinado: personas afectadas por esta enfermedad pueden seguir patrones muy diferentes de comportamiento, existiendo tanto alcohólicos que consumen a diario, como alcohólicos que beben semanalmente, mensualmente, o sin una periodicidad fija. Si bien el proceso degenerativo tiende a acortar los plazos entre cada ingesta.
El consumo excesivo y prolongado de esta sustancia va obligando al organismo a necesitar o requerir cantidades crecientes para sentir los mismos efectos, a esto se le llama "tolerancia aumentada" y desencadena un mecanismo adaptativo del cuerpo hasta que llega a un límite en el que se invierte la supuesta resistencia y entonces "asimila menos", por eso tolerar más alcohol es en sí un riesgo de alcoholización.
Hasta el momento no existe una causa común conocida de esta adicción, aunque varios factores pueden desempeñar un papel importante en su desarrollo, eso puede deberse, más que al entorno social, familiar o campañas publicitarias, a la presencia de ciertos genes que podrían aumentar el riesgo de alcoholismo.
Algunos otros factores asociados a este padecimiento son la necesidad de aliviar la ansiedad, conflicto en relaciones interpersonales, depresión, baja autoestima, facilidad para conseguir el alcohol y la aceptación social del consumo.
Los tratamientos contra el alcoholismo incluyen programas de desintoxicación realizados por instituciones médicas. Esto puede suponer la estancia del paciente durante un periodo indeterminado -quizás varias semanas- bajo tutela en hospitales especializados donde puede que se utilicen determinados medicamentos para evitar el síndrome de abstinencia.
Después del período de desintoxicación, puede someterse al paciente a diversos métodos de terapia de grupo o psicoterapia para tratar problemas psicológicos de fondo que hayan podido llevar al paciente a la dependencia. Se puede apoyar el programa con terapias que inciten al paciente a repugnar el alcohol mediante fármacos como el Disulfiram, que provoca fuertes y repentinas resacas si se consume alcohol medicado.
Luis pasó por todas las fases del alcoholismo, por eso entiende al alcohólico que llega a terapia por primera vez. Llegan por su propio pie, y como persona autónoma, pueden marcharse en cualquier momento, pero las historias de Luis enganchan, hacen ver que todo se puede, con serenidad, valor y sabiduría.
Ya me avisaron, y lo confirmo, este hombre es bonachón, culto y de los pocos con los que puedes contar para cualquier cosa. Siempre está listo para ser utilizado o para entrar en acción, veinticuatro horas al día.
El alcohol no es un producto como cualquier otro. Y aunque muchos lo asocian al placer y la sociabilidad, las consecuencias perjudiciales que se derivan de su consumo son diversas y están muy extendidas.
A nivel mundial, se prevé que el alcohol  afecte cada vez más, tanto a la vida de las personas como a las comunidades. De hecho, la cantidad de alcohol consumida por persona es cada vez mayor.
Es necesario poner en marcha observatorios nacionales para realizar un seguimiento del consumo del alcohol y sus consecuencias, que despierten una mayor conciencia sobre el problema y propicien el debate entre la ciudadanía y los responsables políticos.

Por Paula Linero

No hay comentarios:

Publicar un comentario